lunes, 15 de septiembre de 2008

Jueves 18 de setiembre: Marchemos contra la impunidad y la represión a los que luchan

DOS AÑOS DE ENCUBRIMIENTO
No vamos a dejar de trabajar hasta no dar con Julio López, nuestro objetivo es ése”, había afirmado (sic) el entonces ministro del Interior de Kirchner (y hoy de Justicia de Cristina), Aníbal Fernández, diez días después del secuestro (Clarin.com, 28/09/06). Y cumplió nomás: no dieron con Julio López y, a dos años de su desaparición, ni siquiera hay un solo imputado en la causa por su desaparición forzada.
Aquél 18 de septiembre de hace dos años, Jorge Julio López iba a presenciar los alegatos contra Miguel Osvaldo Etchecolatz. Había sido uno de los testigos que contó su martirio como detenido-desaparecido de la Bonaerense durante la dictadura, testimonio que incriminaba de lleno a Etchecolatz. Nunca llegó.
Los organismos independientes del gobierno nucleados en Justicia Ya!, la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia –en los que el CeProDH participaba activamente- plantearon desde el primer momento que a López lo habían secuestrado, lo habían desaparecido por segunda vez en su vida las mismas fuerzas que lo habían hecho en 1977. El gobierno y su voceros siempre “ensuciaron la cancha” planteando desde las primeras horas que López se había “desvariado”, que “estaba en la casa de la tía”, “que va a volver en cualquier momento porque debe estar con conocidos”, y decenas de sandeces por el estilo. Parte de esa estrategia fueron las declaraciones de Hebe de Bonafini tratando de convertir a Julio López en una especie de responsable de su propia desaparición: de víctima a victimario, un símil del discurso oficial sobre los desaparecidos durante la dictadura. A la par, y como parte de un cinismo sin límites, Néstor Kirchner hablaba en sus discursos del “compañero Tito”…
Encubrimiento y la estrategia del olvido
“Después del tiempo transcurrido y de los esfuerzos para encontrarlo, yo creo que López está muerto”, señaló hace unos días León Arslanian, quien fuera Ministro de Seguridad provincial durante esta desaparición. En las primeras entrevistas que Arslanian tuvo con los organismos independientes hace dos años, afirmó que casi un cuarto de los actuales efectivos de la Bonaerense –más de 9.000- habían sido efectivos durante la dictadura, cuando cada comisaría hacía las veces de centros clandestinos de detención y exterminio. Los “esfuerzos para encontrarlo” no llegaron siquiera a una separación de la fuerza de estos efectivos.
La investigación judicial por esta desaparición está plagada de irregularidades. Indicios firmes que se pierden, pistas inverosímiles que se siguen. Todas las pruebas que presentaban los organismos de Justicia Ya! eran desechadas o tomadas en cuenta cuando ya era tarde. Recién a seis meses del secuestro y desaparición de López se allanó el espacio que ocupan Etchecolatz y otros represores en el penal de Marcos Paz.
El gobierno, con la complicidad de los grandes empresarios que manejan los medios, fue jugando al olvido. A tal punto que desde que asumió Cristina Fernández habló de todo menos de… Jorge Julio López. No se queda atrás la oposición del “campo” ni la Carrió, Cobos, Macri, Binner o Duhalde, quienes gustan hablan de la “inseguridad” contra los pibes chorros pero no por casualidad se niegan a demandar la aparición con vida de Julio López y una pesquisa seria para castigar a sus secuestradores.
Un problema “de Estado”
La nueva desaparición forzada de Julio López puso en evidencia que, más allá de los discursos K, continúa la impunidad de las fuerzas que dieron el golpe contrarrevolucionario de 1976 al servicio de la gran patronal y el imperialismo. El CeProDH viene denunciando que el gobierno aspira a enjuiciar a un puñado de genocidas emblemáticos (no más que 200 o 300) para dejar indemne, libre de culpa y cargo, no sólo a las instituciones de las fuerzas armadas y de seguridad, sino a la clase social que organizó la masacre y que hoy sigue detentando sus beneficios: los grandes empresarios del campo y la industria. Salarios licuados, precarización laboral, el transporte de pasajeros al servicio de los empresarios y no del pueblo trabajador, los religiosos pagos de la ilegítima deuda externa, las privatizaciones menemistas que los Kirchner mantienen en pie, la salud y la educación atomizadas, son parte de la herencia del exterminio de la mayoría de las y los que querían acabar con este orden social.
Los Kirchner, que responden a fracciones de esa clase, nada hicieron ni harán para encontrar a López sino, como lo vienen haciendo sistemáticamente, harán todo lo contrario.
¿Y Julio López?
La misma policía que lo secuestró en 1977 hoy se ocupa de poner cientos de efectivos para desalojar a los trabajadores de la textil Mafissa o para militarizar la planta de Fate en conflicto y luego detener a sus dirigentes. ¿Y Julio Lopéz? En Córdoba (ver aparte) la policía formada por Luciano Benjamín Menéndez hoy entra en las casas de los trabajadores de Luz y Fuerza para llevárselos esposados. ¿Y Julio López? En Tucumán la Gendarmería Nacional reprime a quienes exigen cárcel común para Bussi ¿Y Julio López? Aníbal Fernández, el mismo que planteó que López podía estar “en la casa de su tía” criminaliza la protesta social y apunta contra la izquierda luego de la última revuelta de los pasajeros del Sarmiento, ¿Y Julio López? Hoy hay más de 5.000 luchadores obreros y populares imputados por el “delito” de luchar por sus derechos, ¿Y Julio López?
El fin del “modelo” económico del que vivió el kirchnerismo durante el último quinquenio traerá más penurias al pueblo trabajador. Toda resistencia o intento de cambiar el estado actual de las cosas será reprimido por las mismas fuerzas que hicieron desaparecer dos veces a Julio López y son encubiertas por el gobierno y la oposición patronal. La lucha por la aparición con vida de López y la denuncia al encubrimiento y la impunidad imperantes, tiene plena y vital vigencia para todas y todos los luchadores.
Por Guillo Pistonesi - CeProDH

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